El legado de Jean-Marc Vallé, un cineasta de mirada sensible
Jean-Marc Vallée nos ha dejado. Una de las miradas imprescindibles del cine y la ficción quebequense murió, por caprichos del destino, un 25 de diciembre, fecha del nacimiento de Zach, el entrañable protagonista de C.R.A.Z.Y. su película más emblemática y la que le dio a conocer en la industria cinematográfica internacional.
Se va, pero nos deja el testimonio majestuoso de su creación artística plasmada en una filmografía que sorprendió, y continúa sorprendiendo a día de hoy. La sensibilidad que supo impregnar en las historias a las que puso imágenes y voz nos llegaron muy hondo y dejaron huella. Vallée era un mago de lo sutil, de la luz natural, de la profunidad del alma, de la fuerza de la alquimia resultante a la hora de conjugar música y fotogramas, algo que, según sus palabras, le proporcionaba un inmenso placer.
Generador de hipnóticas atmósferas y guiones exigentes que requieren de una atención comprometida por parte del espectador. Creador de unos personajes complejos y poliédricos, alejados de la simplicidad, profundos, inabarcables a los que dotaba de una fuerza y autenticidad, fruto, sin duda, de su enorme respeto por ellos.
Sus secuencias laberínticas y sugerentes nos invitaron a viajar para adentrarnos en las distintas temporalidades de sus personajes, maestro del montaje, labor que desentrañaba con una precisión de cirujano y que hizo de sus obras piezas redondas, obras maestras en las que resulta conmovedor profundizar tanto en lo estilístico como en lo argumental.
Nos regaló a Jacqueline, esa madre coraje que se desvive por su hijo nacido con síndrome de Down de la maravillosa “Café de flore”, al antes mencionado Zach, un chico que luchaba contra su condición homosexual para conseguir el amor de su padre, nos deja a Ron y a Rayon, los infatigables y carismáticos luchadores de la tremenda “Dallas buyers club”, a la concienzuda y valiente Cheryl que se expone a un doloroso y trascendental viaje de expiación que cambiará su vida, a las complejas Madeline, Celeste y Jane de la fundamental serie de televisión Big Little lies y otros grandes personajes que quedarán para la historia del cine.
Nos deja un autor en mayúsculas, un cineasta fundamental, un profundo explorador del alma y sus singularidades, un creador de belleza y contrastes. Nos queda su legado en forma de piezas audiovisuales a las que regresar, una concatenación de secuencias que rezuman autenticidad y una personalidad sensible reflejada en todas sus propuestas.
Jean-Marc Vallée forma ya parte de la historia universal del séptimo arte, sin embargo, los que amamos su cine, lamentamos profundamente este imprevisible fundido en negro.
Puedes consultar nuestro vídeo en su homenaje aquí
Crédito de la imagen: Nell Mota